¿Eres el último plato? (Final)

 


Segunda parte

No era la clase de hombre del que te fiarías, más bien del que prefieres tener lejos, y a poder ser que no lleve nada afilado. Pero les salvó la vida y hasta los llevó a un piso seguro. De todos modos Alma no se fía de él, entre otras cosas porque no dijo su nombre, pero aportó una posible explicación a los hechos, aunque solo tiene una respuesta parcial y superficial para tantas preguntas. «Estamos siendo digeridos», explicó al principio como si esa fuera suficiente información. Luego, tirando de la conversación lograron saber algo más, y aunque puede parecer una locura el resumen sería algo así: Según el hombre del hacha, están en el interior de una criatura o un ente inmenso. Es capaz de adaptar su cuerpo a algo existente, como un edificio, y digerir toda vida que haya dentro. Pero en el proceso no logra contener los miedos y fantasías de los que come, por lo que se van manifestando por todo el lugar sin control alguno. ¿Cómo lo sabe? Porque no es la primera vez que está dentro de la criatura, no parece que le guste dejar comida atrás.

No dio más explicaciones porque ya tenía su plan establecido, subir al siguiente piso (que era el sexto y último) y abrir la puerta de salida. Según sus antiguas experiencias, la salida siempre está en la planta superior, aunque poca gente logra salir, de todos modos no es fácil llegar a la cima. Era una locura, de hecho es una locura, pero tenían pensando subir de todos modos. En el primer tramo de escaleras una sombra volvió a caer por el hueco de las escaleras. Se sorprendieron, aunque ella ya sabía qué acababa de caer. Fuera de ese pequeño incidente nada los detuvo hasta llegar al rellano de la última planta. Estaba vacía a excepción de un rectángulo de piedra del tamaño de una silla común, justo en medio de la sala, y al fondo la puerta del ascensor. Al acercarse a la puerta inspeccionando el lugar, vieron que por la pequeña franja de cristal decorativo se veía la calle. Por supuesto fue imposible abrirla y, mientras buscaban una manera de encontrar la unión entre la puerta y el rectángulo de piedra, pasó el hecho que aceleró las cosas.

El hombre corto la cabeza de Marcos de un hachazo.

Alma vio como le caía al lado mientras su cuerpo se apartaba solo de puro espanto. Y lo peor de todo, ahora le tocaba a ella. Intentó hacer distancia con el hombre dejando la piedra entre ambos, haciendo amagas a un lado y al otro, mientras que el hombre no dejaba de hablar. Todo lo que antes se callaba, ahora que había llegado el momento, casi parecía que necesitase decirlo. «Solo hace falta una cabeza, con eso cualquiera puede salir» decía mirando de reojo al cadáver del joven, «De todos modos tú tampoco saldrás, nadie puede saber cómo salgo», completaba cada vez.

Terminó por abalanzarse hacia delante, dando el tiempo justo a la joven para esquivarlo e intentar correr hacia las escaleras, y teniendo que frenar antes de poder bajarlas por culpa de un hachazo que casi la decapita. Termina cayendo de espaldas contra la barandilla y apartando la mirada para no ver el golpe... Y viendo como algo sube las escaleras corriendo. Reacciona a tiempo de asestarle una patada en la rodilla haciendo que descargue el golpe sobre la barandilla en lugar de sobre su cabeza. Se aparta en un movimiento rápido y, pillando por sorpresa al agresor, lo embiste empujándolo contra la barandilla. Se aparta dejándolo confuso justo cuando logra ver al cadáver corredor. Que al llegar a la cima, se lanza con todas sus fuerzas arrollando al hombre y cayendo ambos al vacío.

Ese fue el hecho que nos lleva al presente. Alma, sentada en el suelo, todavía intenta recuperar el aliento. Sus pensamientos y emociones rebotan sin orden alguno hasta que se pone en pie. Recoge la cabeza sin mirarla directamente, la coloca sobre el rectángulo de piedra, y avanza hasta el ascensor. Se detiene unos segundos a la espera de algo grandioso, pero al ver que no sucede nada intenta abrir la puerta, la cual cede sin problema alguno.

Al fin ve la luz del exterior.



Diego Alonso R. 


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