Pasada de planta


 

Si hubiera sabido el resultado habría bajado por las escaleras, pero en aquel momento no tenía idea alguna, y siendo sincero, no podría adivinar los hechos que vendrían. Al entrar en el ascensor no noté nada extraño, tan solo era otra caja de metal vieja y estrecha, pero estando en la ala vieja eso no era una sorpresa. Al cerrarse las puertas tan solo me acompañaba una luz propia de la morgue, ni tan siquiera tenía la compañía de mi triste reflejo, ya que el elevador carecía de espejo. Fue al ver los botones que lo extraño llegó: Tan solo había uno, sencillo y negro, pero uno. Así que me quedé plantado mirándolo y pensando «¿Cómo se supone que lo hago bajar?», ni tan siquiera sabía como abrir la puerta y marcharme de allí, por lo que hice lo único que podía: Pulsar el botón. Un pequeño temblor me recordó sus años de vida y la bajada hizo que asintiera satisfecho, hasta que las puertas se abrieron.

Mi destino era la entrada del hospital y estaba claro que ese no era el lugar. Ante mí se abría una sala amplia y circular vacía al completo. Iluminada tan solo por algunas franjas anaranjadas que recorrían el suelo, tampoco tenía puertas o salida alguna, tan solo una ventana rectangular y pequeña al otro lado. Salí del ascensor en línea recta, directo al ventano, con la única intención de preguntar dónde estaba la salida. A mitad de camino el olor me hizo frenar, la madera quemada subía por mi nariz hasta marearme, pero por alguna razón decidí continuar. Ni tan siquiera me planteé que algo no estuviera bien, tan solo seguí caminando, como cuando en los sueños no dudas de los hechos. Tan solo sigues aceptando esa irrealidad como lo común. Y bien podría haber sido un sueño. Al llegar al ventanuco pude verlos, media docena de pequeñas criaturas humanoides, tecleaban y movían palancas mientras discutían sin recaer en mi presencia. Tan solo uno de ellos me vio y parecía tan sorprendido como yo. Por toda la habitación se encendieron mas franjas y un escalofrío me dijo que debía salir de allí. Me encaminé de vuelta cuando las puertas comenzaron a cerrarse haciendo que dejase de respirar un instante. Sin pensarlo corrí deseando llegar antes de que la habitación se iluminara por completo, porque no sabía que pasaría, pero tampoco quería descubrirlo de esa forma. Logré llegar a tiempo y desde el interior agradecí en voz alta que el ascensor fuera viejo y sus puertas se cerrasen despacio.

Pulsé el botón para salir de allí y la bajada fue retomada. Ya debería estar en la última planta, eso suponiendo que siguiera en el edificio, lo único que tenía claro es que estaba descendiendo.

Intentar ordenar mis pensamientos o encontrar una explicación plausible a todo aquello se me hacía imposible, por lo que puse todas mis fuerzas en controlar mi respiración, era algo que me veía capaz de hacer. Las puertas se abrieron dejándome ciego. De nuevo no era el destino deseado, a no ser que en la entrada del hospital me esperase una horda de luminarias. La luz era blanca y la intensidad tan alta que me hacía daño en los ojos. Me cubrí con ambos brazos intentando atisbar alguna pista de lo que tenía ante mí. Y algo se movió. No pude ver que era, tan solo como la intensidad variaba declarando un movimiento, una mancha había pasado ante mi vista. Volví a verlo de nuevo. No era capaz de enfocar mi visión e incluso así podría asegurar que estaba más cerca. La tercera vez pude ver una cola, al menos eso me parecía, fue ahí cuando decidí que no era un buen destino y pulsé el botón. Las puertas comenzaron a cerrarse cuando lo vi por cuarta vez. De nuevo no fui capaz de distinguir su forma al detalle, pero sí puedo asegurar que vi su cola. Seguí pulsando el botón intentando que se cerrase más rápido. Quedaba menos de un palmo cuando lo vi por última vez. Me dolían los ojos y estaba a contraluz, pero tengo claro era un lagarto, eso puedo asegurarlo. Pero lo que me todavía me perturba, es que su boca quedaba al límite del techo, y me estaba sonriendo.

Caí contra la pared a mi espalda y me dejé ir hasta el suelo. Cada vez me costaba más controlar mi respiración, la camiseta se me pegaba a causa del sudoroso pánico, y el latido en mis sienes me gritaba: «Estás jodido». Las puertas se abrieron por tercera vez y no me moví del sitio. Tan solo levante la mirada deseando que nada entrase en mi pequeño rincón de metal. La luz roja me engañó por un instante. Pensé que estaba en otra escena de horror lejos del hospital, pero no, estaba en una escena de horror dentro del hospital. Era la planta que estaba buscando, pero en ella no había muestra de vida alguna, tan solo un nuevo desastre. Las paredes estaba resquebrajadas, por el suelo la chatarra y basura se extendía, y una intensa luz roja se filtraba desde el exterior. Sin darme de cuenta estaba caminando hacia la luz, me resultaba familiar, como el olor a pan recién hecho. Crucé el umbral saliendo al fin del edificio y la imagen no era diferente. La ciudad en ruinas se extendía bajo un cielo carmesí. Ese no podía ser mi hogar, era imposible que algo así sucediera, debía ser una copia errónea del mismo. Intenté regresar al ascensor pero cuando llegué no estaba, tan solo una pared sucia y olvidada, las puertas se habían cerrado dejándome en un reflejo de mi tierra... ¿Qué se supone que debería hacer ahora?


Diego Alonso R.

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