Sin baldosas de colores

«Si el azul te cubre y el viento te rodea, golpea tus tacones, ha llegado la hora de despedirte».

En el último año esa se ha convertido en la verdad indiscutible, la razón de que la gente se tensé al escuchar las sirenas resonar por las calles, de que el color azul sea sinónimo del miedo. Porque en la última primavera el primer evento tuvo lugar: La formación de la primera tormenta azul y sus montruos. El cielo se nubló en un instante y en cuanto las luces zarcas llegaron, no tardó más de media hora en formarse el primer tornado, que apariencia era tan temible como cualquier otro. Hasta que los mas observadores se dieron de cuenta de la realidad: Por donde pasaba algunas cosas desaparecían. No caían ante el poder de la columna de aire, sino que dejaban de existir en esta realidad, desaparecían sin dejar más rastro que los recuerdos. Porque la realidad es que eran algo disfrazado de viento, eran lo que ahora llamamos «Caprichosos».

No hay forma de predecirlos, ya que no tienen relación aparente con el funcionamiento de la realidad que conocemos, tan solo tenemos la seguridad de que tras las formación de la tormenta azul hay media hora para correr. Esto es poco tiempo incluso para los lugares menos habitados, por eso el protocolo consiste en varios puntos de seguridad, donde la gente reza a todo lo que recuerden porque el caprichoso no se acerque a su punto. Es algo aterrador, pero funciona mejor de lo que podría parecer, y sin dudar es mejor que el caos y las avalanchas humanas... Que todavía ocurren en ciertas ocasiones. Pero una vez que te atrapa no todo se ha acabado, existe la posibilidad parcial de regresar. A veces, cuando la tormenta se disipa no solo se lleva cosas, sino que también las devuelve. Sin importar el tiempo que haya pasado, o donde las haya tragado, las regresa a nuestro mundo.

Todo lo que no está vivo regresa intacto, lo orgánico no del todo, y por ello la posibilidad parcial. Físicamente todo está en orden, el problema está en la mente. Ninguno de los supervivientes habló de baldosas amarillas o de brujas del oeste, de hecho algunos de ellos no volvieron a hablar desde entonces. Todos quedaron marcados. Algunos casos son aterradores, como el del hombre que arrancó los ojos a todo el equipo médico que lo estaba atendiendo, y una vez que lograron retenerlo solo repetía «Ahora están a salvo, no podrán ver al luminoso». Y no fue el único que hizo referencia a criaturas relacionadas con la luz. Era un verdadera incógnita, del que solo se tenía claro, que de alguna forma no estuvieron en este mundo.

Hasta el regreso de Marcos.

Fue el único que regreso herido y no pudo ser salvado. Pero también fue el único que volvió lúcido para poder hablar, sus palabras fueron pocas, pero hicieron eco por todo el mundo: «Las luces azules están vivas y quieren llegar aquí. Los caprichosos son el camino, pero ellos todavía no lo saben».

No fue puesto en duda, el mundo ya no dudaba de esa realidad, sino que aceleró el Proyecto Billete. Aquel que consistía en ir al otro lado y regresar con más información. El objetivo de todo esto era aprender lo suficiente de estos luminosos para impedirles atravesar a nuestro lado. No es algo sencillo de lograr, ni tan siquiera hay forma de predecir cuando se formaran las tormentas azules, por lo que hay varios equipos listos en todo momento en las zonas de apariciones más habituales. Tampoco es un trabajo sencillo, hay que recordar que los caprichosos no siempre te tragan, así que puede que tan solo te lances directo contra un tornado común...

De todo esto hace ya un año, desde entonces ningún equipo había regresado todavía, pero en la ficción estas cosas suelen suceder en momentos clave. Y la realidad hace mucho que se asemeja a la ficción. Por eso no es de sorprender, que en el aniversario de la primera tormenta azul, el equipo doce del Proyecto Billete volviera al completo.


Diego Alonso R. 


 

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