Líneas negras



El cubo que cambió el mundo fue descubierto tres veces. La segunda fue a causa de la desaparición de una joven pareja, se llamaban Amaia y Eduardo, y serían los causantes del tercer descubrimiento. Desaparecieron del pueblo sin dejar rastro alguno. De por sí habría sido una investigación complicada, en los pueblos pequeños siempre lo son, los fantasmas de las sospecha ocupan las mentes de los vecinos, pero cuando llegaron a la verdad se rompieron todas sus ideas. Buscando pruebas de su paradero entre las pertenencias de la pareja, se encontraron unos archivos cuanto menos peculiares, que al seguir su rastro llegaron hasta la vieja y derruida herrería. Ahí encontraron el cubo. Al día siguiente llegaron las tropas y se llevaron todos las pertenencias de la pareja relacionadas con este descubrimiento.

Esta verdad se ocultó, tan solo la familia fue informada de que la pareja se había marchado por su cuenta propia, algo que no creyeron pero que tampoco fueron capaces de negar. Lo único que estaba claro, es que era algo de lo que no podrían hablar, no al menos sin terminar también con sus vidas. La vieja herrería fue precintada y el asentamiento temporal fijado. El segundo descubrimiento había empezado, era gubernamental, y lo llamaron «Proyecto Unión».

Muchos comenzaron a referirse a Amaia y Eduardo como «Los Primarios», porque el hecho es que habían desaparecido, y referirse a ellos por sus nombres o como pareja se hacía duro para muchos, era mejor un nombre que alejase ese hecho. Fueron los descubridores del cubo y su investigación duró tres meses, en los que estuvieron viajando entre mundos y haciendo un trabajo increíble, pero la información no terminaba de coincidir con la realidad, hasta que fueron conscientes del hecho que explicaba toda discordancia.

El cubo tenía diez metros por lado, flotaba sin explicación aparente, y era negro en su totalidad. Además funcionaba como un portal a otro lugar, al que decidieron seguir llamando por el nombre que los jóvenes habían elegido: La ciudad negra. Era un nombre con fuerza y bastante descriptivo a la vez. Porque lo primero que veías al cruzar el portal era eso, negro. No había cielo, o un techo sobre las cabezas, tan solo un arriba oscuro. Aún así podía distinguirse un ciclo de día y noche, en la primera la luz llegaba entre el negro, pero en la segunda la oscuridad se hacía tan profunda como en las profundidades, y el intercalado entre estas era de tan solo de doce horas. Su trabajo era digno de admiración para los encargados del Proyecto Unión, ya que sin medios habían logrado mapear alrededor de treinta kilómetros cuadrados, pero fue aquí donde la primera discordancia llegó. Los mapas eran un gran trabajo, además venían acompañados por descripciones detalladas, fotografías y hasta un archivo de grabaciones. Pero esos lugares no aparecían por ningún lado. Así entendieron lo que seguramente habría sido la causa de su desaparición: El cubo cambió la ubicación a la que estaba conectado. Amaia y Eduardo lograron un gran trabajo, pero su puerta había desaparecido y ahora conectaba con otro lugar, estaban perdidos en un punto desconocido de otro mundo.

El portal todavía conectaba con alguna ubicación de La Ciudad Negra, lo habían deducido por las similitudes que encontraron grabaciones del lugar, pero el problema radicaba en las dimensiones de esta llamada ciudad. No estaban determinadas con exactitud, pero era lo suficiente como para pensar en que jamás los verían, y en el futuro muchos llegarían a desear que así fuera. Empezaron comprobando todos los datos que los jóvenes habían recopilado, no era sencillo investigar un nuevo mundo, por lo que todo aquello que pudiera establecer una base era bienvenido. Las construcciones eran recias y gruesas en su mayoría. No parecían apreciar una paleta de colores extensa, ya que todo giraba entre el negro y el gris, generando de igual forma un ambiente vivo y brillante. La dimensiones fue lo primero en lo que recayeron ambas investigaciones. La altura de las puertas y los techos, el ancho de los pasillos, o la proporción de los muebles... Todo era demasiado grande. No tanto como para parecer el hogar de titanes, pero sí para notar que no era para un tamaño humano, hasta las personas altas estaban incómodas en ese lugar. Además por el estado en que todo se encontraba parecía abandonado desde hace años, y al mismo tiempo no daba la sensación de que alguna vez estuviese habitado, eran las ruinas de un lugar sin historia. No se encontró nada, ni recuerdos o utensilios propios de una civilización, pero estaba claro por las construcciones que existieron. Ninguno de los equipos logró explicar eso, tan solo una docena de conjeturas sin nada que las respaldase. Y lo segundo en que ambos recayeron fue en la vida del lugar. En este aspecto los Primerizos llevaron ventaja, y la Unión, incluso estando mejor equipados, agradecieron no tener que descubrirlo. Porque según los jóvenes la vida de ese lugar se separaba en dos grupos: natural e imposible.

En la primera las criaturas eran peculiares pero encajaban dentro de lo que conocemos como vida. En cambio las segundas no eran algo que podríamos catalogar como vida, si no fuera por el hecho innegable de que estaban vivos. ¿Qué quiere decir esto? Pues que en la categoría imposible entraban las criaturas que no cumplían con los requisitos comunes de la vida. No comían, bebían, o parecían alimentarse de forma alguna. Algunas no dormían en ningún momento y otras solo se movían ante ciertos estímulos. Parte del equipo no creía estas afirmaciones, pero tuvieron que aceptarlo cuando vieron las grabaciones. La pareja intentó dejar registros grabados de todo lo que encontraban, lo que fue de verdadera ayuda. De estas criaturas tenían pocos vídeos e imagenes, la mayoría de lejos e inexactas, y en el único que lograron de cerca se entendieron las razones de esto. La criatura descansaba bajo una pequeña bóveda. Su forma no estaba clara, ya que permanecía doblada sobre sí misma, mostrando una piel rojiza y escamada. Eduardo muestra a cámara dos grandes botellas de cristal, en ellas hay varias cochinillas verdes y grandes como una mano, parte de la vida natural de la ciudad. Dejan la cámara fija en la entrada a la sala y cubiertos tras la pared lanzan las botellas al lado de la criatura. En cuanto las cochinillas comienzan a moverse se levanta mostrándose. Parecía un lagarto rojizo y bípedo. Y es utilizada la palabra «parecía» porque su cuerpo comenzó a cambiar. Se deformaba generando tentáculos que salían disparados atrapando a los insectos, bocas se generaban para masticarlos y volvían a desaparecer, todo clase de movimientos imposibles pasaron por su cuerpo hasta que terminó con cada insecto. Luego regresó a su aspecto original y volvió a descansar. En sus notas se referían a eso como un vibrante, y dejaron claro que no era el peor de todos. Pero más allá de la vida y los edificios el lugar tenía mucho que ofrecer y querían saberlo todo. Por lo que los campamentos dentro de La Ciudad Negra comenzaron a crearse. Todos eran temporales y cambiaban cada pocos días. En parte por el peligro a que el cubo cambiara de nuevo la ubicación, y en parte por otra norma descubierta con antelación, tiene un límite de lo que puede cruzar al día. Este punto fue completado por la exploración gubernamental, descubriendo que funcionaba por tamaño, y el límite eran dos autobuses. Podías pasar tantos objetos inertes o seres vivos como quisieras, siempre y cuando el total no superase el equivalente a dos autobuses, tras eso el cubo se volvía solido durante catorce o veintidós horas.

Continuaron la exploración más allá de lo que la pareja inicial lo había hecho. Dividieron la zona por sectores y asignaron estos a diferentes equipos. Siempre lo hacían del mismo modo. Primero un barrido de seguridad, en él varios grupos armados se ocupan de revisar la zona en busca de criaturas peligrosas u otro clase de peligros. Cuando estaba asegurada se ocupan del mapeo más superficial y con ello elegir un punto seguro para la construcción de una base secundaria. Un segundo equipo se ocupaba de la construcción de dicha base, dejando tan solo una parte de la anterior seguridad junto a ellos, mientras que el resto perfeccionan y detallan el mapeado de la zona dentro del sector. En cuanto la base está establecida junto con el terreno asegurado envían a los diferentes equipos de investigación, los cuales comienzan a tomar muestras y pruebas de todo lo importante. En cada aspecto dejaban atrás a los Primerizos. Excepto en uno, el que más deseaban encontrar de todos, aquello que decidieron llamar Términos.

Una parte de los archivos de la pareja hacían referencia a una clase de eventos que sucedían cada cierto tiempo, en ellos una parte de la ciudad cambiaba dejando a la vista una puerta oculta. El tiempo que estaba disponible variaba en cada caso, y durante los tres meses que estuvieron viajando entre lados sucedió dos veces, pero tan solo tuvieron éxito en una de las ocasiones. La primera estaba protegida por una de las criaturas imposibles, por lo que no fueron capaces de entrar, enfrentarse o molestar a esas criaturas no era una gran idea. Pero en la segunda radica la clave del ferviente interés en estos lugares. La entrada daba a una gran sala abovedada y decorada con colores dorados y negros. En medio de esta un gigantesco plato dorado reposaba en vertical. Al acercarse pudieron ver que tenía una inscripción en el idioma que estaba por toda la ciudad, pero que no se había traducido por entonces. Ambos se miraron confusos antes de que Amaia pasara su mano por la inscripción y todo diera comienzo.

El plato se fundió bañando todo el lugar. El agua brillante se extendió por toda la sala cubriéndoles hasta las rodillas. Y sus caras no solo reflejaban la sorpresa, sino también un miedo creciente, que terminó de manifestarse al escuchar como la puerta se cerraba. Del agua comenzaron a emerger réplicas de ambos poniendo a prueba su cordura. La pareja intentó llegar a la puerta pese a estar cerrada, pero fueron interceptados, antes de darse cuentan los habían rodeado. Cuando los primeros replicantes llegaron fueron recibidos a golpes, pero no les hacían nada, cada impacto hacía que se disolvieran para emerger de nuevo. Cuanto más luchaban más se sumaban para enfrentarlos, hasta que la pareja pareció aceptar que no podían ganar. Frenaron sus golpes y se abrazaron. Entonces las imágenes lograron llegar a ellos e hicieron lo propio, uniéndose todos en un abrazo, para luego diluirse sobre ambos. La substancia dorada y brillante fue absorbida por sus cuerpos haciendo que perdieran el conocimiento.

La batería de la cámara se apagó antes de que despertaran.

En las próximas grabaciones se veía a ambos emocionados con la segunda etapa de su exploración, en la que ponían a prueba el descubrimiento que trajo ese evento, no podían recibir daño alguno. Eran capaces de saltar desde un cuarto piso y sería el suelo el que cediera antes. Esto es lo que el P. Unión quería encontrar más que nada. Y fue cuando llevaban dos meses que el equipo del sector treinta y cuatro encontró su primer Término...

Pero nadie esperaba que fueran Amaia y Eduardo los que salieran de la puerta oculta.



Diego Alonso R.

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