Reina la oscuridad propia de todo lugar olvidado hace mucho tiempo. La puerta acaba de cerrarse tras ellos y parece que ahora su mundo queda lejos. Encienden los faroles de aceite y logran iluminar varios metros a su alrededor. Pueden ver el final de la plataforma dónde están y las escaleras al fondo de esta.
–No puedo creer que estemos aquí. –Gunt es el enano más joven del grupo y por ahora el que parece más sorprendido.
–Todavía no estamos aquí, esto no es más que la entrada, aún tenemos que bajar un buen trecho para llegar la ciudad. –Es el miembro más viejo quién le responde.
–Vamos. Y tened cuidado, la caída no es una broma.
Todos siguen a su líder escaleras abajo y con cuidado de no caer. No hay seguridad alguna y ni con los faroles logran ver el fondo, mejor no descubrirlo en caída. Todos están más sorprendidos de lo que parecen, pero no lo muestran porque también están preocupados, es algo que suele pasar al aventurarse en lugares olvidados. Cuándo Malir, la líder del grupo, les dijo que entrarían al castillo desde abajo no se esperaban precisamente esto. Se dice que la joya del trono es la última reliquia de La Ciudad Enterrada. Ya ni se recuerda su nombre original y llamándola así no dejan lugar a dudas. Lo único que se sabe con seguridad es que se construyó hace mucho tiempo, cuándo la superficie era demasiado peligrosa para la humanidad. Ahora la ciudad de Hamirsh vive sobre ella. En el pasado los descensos estaban permitidos, hasta varios equipos del rey intentaron descensos para investigar y fueron un desastre. Ahora el descenso está prohibido y vigilado. Lo único que pudieron traer fue la que ahora es la joya del trono.
Está claro que a todos les gusta la idea de robar algo de semejante valor, además entrar en el castillo no es fácil, ni tan siquiera para un grupo de cuatro audaces enanos. Pero las dudas al respecto surgieron rápido y en parte siguen ahí.
–¿Estáis seguros que no es mejor pillar unas cuantas cosas y largarnos? Ahora que conocemos esta entrada podemos volver más veces. Nos podemos hacer de oro. –Como buen veterano Hardy es testarudo y tiene el oro en las pupilas.
–Ya lo hemos hablado. –Solo ven la espalda de su líder bajando las escaleras, pero se nota un ligero cansancio en su tono–. No sabemos qué pasó cuando bajaron, pero sí que ahora está prohibido hacerlo, ni la gente del rey lo intenta. Así que está claro que hay un peligro importante, ellos no se asustan con nada. No vamos estar viniendo siempre que queramos, ya nos estamos arriesgando ahora suficiente.
–Sí, pero...
–Además –lo interrumpe–la joya del trono es una reliquia famosa, todo lo famoso vale más.
–Maldita sea, está bien.
–Claro que lo está, como la última vez que lo hablamos.
Se crea un largo silencio. Pero no uno incómodo, todos saben que Hardy es cabezota, pero que se lleva genial con la jefa. Más bien es un silencio atento. Las escaleras son de piedra y ya no están en el buen estado de su época, tampoco tienen protección alguna ante el vacío que las rodea. No son más que una ruta de piedra al fondo de una inmensa caverna. Una donde huele a humedad y no suenan más que sus pisadas. Por lo que el grupo consiguió descubrir están bajando a través de una salida oculta, diseñada para una huida de emergencia (suponen que para cierto grupo de la antigua sociedad). Así que están rodeados por una oscuridad que puede albergar o no un montón de peligros.
Tras un tramo que les parece tan largo como es, logran llegar al final. Termina en un pasillo con paredes anchas y altos techos, a un lado no tiene salida alguna y avanzan hacia el otro. Terminan ante una imponente puerta con una cerradura igual de imponente.
–Por casualidad en tus planos no pondrá cómo abrir esta también, ¿verdad?
Pues no, pero para eso tenemos a Gunt. –Todos lo miran expectantes y este sonríe un tanto avergonzado .
–Creo que puedo ocuparme –dice con falsa modestia.
El joven enano engancha la linterna en el cinturón, deja una mochila en el suelo y se pone a rebuscar en ella. Saca una caja metálica de la que extrae una especie de masilla marrón que coloca en la cerradura, luego tres frascos con un líquido verdoso que clava en la masilla y finalmente una mecha.
–Creo que deberíais retroceder hasta la esquina.
Todos retroceden excepto Nere, que espera impasible en su armadura roja y gris hasta que el veterano tira de ella y los sigue a la esquina. El joven prende la mecha con una especie de pedernal modificado y sale corriendo. Llega hasta la esquina y unos segundos después la explosión hace temblar la pared en la que se apoyan. Salen de su protección y entre el humo ven cómo la puerta refulge de un violeta intenso y donde debería estar la cerradura, hay un gran agujero.
–Así me gusta, con sigilo. –La caballera le da una palmadita en el hombro al joven y avanza entre el humo.
–¿Se supone que esto era una explosión controlada? –dice la líder del grupo.
–La puerta está abierta...
–¡Eso es cierto! Y que encima la puerta tenga un nada extraño brillo violeta da mucha seguridad. –Hardy avanza riéndose con fuerza y acariciándose las dos coletas formadas por su barba.
–Ya sabes cómo son los viejos lugares, siempre están llenos de magia y cosas así...
–Sigamos adelante, anda –dice Malir tras suspirar.
Durante algo más de media hora caminan entre pasillos y salas de diferentes tamaños y con demasiada similitud. No están seguros de qué es esta zona de la ciudad pero si no llegan a tener el mapa sería imposible tener algún punto de referencia natural.
El mapa.
Lo consiguieron hace un tiempo en un intercambio donde salieron perdiendo, al menos para todo aquel que no conociera sus futuros planes de robo y riqueza. No es una copia de los mapas reales de antes de la prohibición, es uno diferente, hecho por un explorador libre. No parece muy fiable y se la jugaron mucho, pero quien entienda de papel habría encontrado en este la marca que el famoso Rufos (un explorador humano de dudoso renombre) siempre dejaba en sus mapas. Y hasta el momento no les a fallado.
Algunos momentos es difícil interpretarlo, está viejo y lleno de símbolos y notas confusas, pero Malir lo hace a las mil maravillas. Y por eso sabe que delante de ellos, a unos veinte metros, hay una sala importante. La última sala antes de salir al primer nivel de la gran ciudad. Cruzan una puerta de madera y en efecto llegan a la gran sala. Es tan grande que con las luces de sus faroles no alcanza a iluminarla por completo. La enana líder busca en la pequeña mochila que lleva a su espalda, bajo el escudo, y saca varias piedras. Las acerca a su boca, les da una orden y echa su aliento sobre ellas. Estas comienzan a brillar de un rojo intenso. Las lanza a diferentes zonas de la sala iluminando gran parte de ella.
A lo largo de un lateral se extiende toda una hilera de columnas que suben hasta un alto techo cavernoso. En el centro de la sala se levanta la gran estatua de una mujer abrazada a si misma y entre los brazos de un ser tres veces más grande que ella, peludo y con un solo ojo. A su alrededor hay varios niveles separados en escaleras y con estatuas más pequeñas de otros seres. De todos sale un camino esculpido en mármol, los cuales se unen y avanzan hasta la salida. Todo está decorado con complejos candelabros de oro y desde el alto techo cuelga una lampara tan grande como una pequeña embarcación. La cosa está clara: es un templo. Han entrado a la ciudad por la salida oculta de un enorme templo y ahora están en la sala principal, en la parte que debería de estar abierta a su pueblo.
–Seguro que aquí hay algo valioso, en los templos siempre hay algo valioso...– Hardy nota la mirada de Malir posarse sobre él–. Algo que de seguro dejaremos, porque no venimos a eso.
–¿Alguno de vosotros conoce a este? –Nere está plantada ante la estatua principal.
–Lo mío no son los dioses.
–Yo tampoco lo sé, pero me da escalofríos.
–Todo te da escalofríos Gunt. –El viejo enano ríe de nuevo en solitario y Gunt le responde con un poco de indiferencia.
–Tiene algo escrito. –Se acerca más a la estatua y a sus pies tiene una sola frase tallada en la piedra–. Pero no puedo leerlo, no tengo idea de qué idioma es.
–“En la oscuridad nos guarda y de la luz nos protege”. –Todos miran a Malir sorprendidos–. Conozco a este dios, forma parte del panteón de Eclusto. Ya nadie lo venera.
–Con razón, el jodido es bastante feo. Además, ¿en la oscuridad nos guarda? La mayoría de los bichos que intentan comerme salen de la oscuridad.
–Creo que es algo más difícil que eso viejo. Pero no te presiones. –Gunt lo mira con sorna y retoma el rumbo dejándolo con la palabra en la boca.
–Pues a mí me parece increíble. –Nere acaricia la estatua embelesada.
–Sigamos adelante, todavía falta mucho y no me gusta este sitio.
Siguen el camino hacia la salida y encuentran la puerta.
Y los cuerpos también.
Hay docenas de cuerpos ante la gran puerta. Todos ellos no son más que un montón de esqueletos vestidos en túnicas blancas, ahora grises y amarillas por la suciedad y los años. Y de alguna forma ahora no huelen a nada más que a moho. Están amontonados unos encima de otros como si intentasen salir a la fuerza. Al acercarse más ven las mellas y marcas en la puerta. Sin duda intentaron salir hasta el último momento. Toda el grupo observa en silencio el montón. Han visto muchas cosas, pero semejante desesperación siempre deja a uno con la boca seca y la mente pesada.
–Debían ser los sacerdotes del templo. –Es Gunt quien intenta romper el silencio mencionando lo que para los cuatro es obvio.
–Un par asienten y el silencio se hace más denso, casi lo pueden acariciar. Y esto es porque los cuatro están pensando en lo mismo, el movimiento rápido de ojos en todas direcciones lo confirma. ¿De qué intentaban huir? El templo está en perfecto estado, fuera de los estragos del tiempo, así que no pudo ser un incendio ni nada similar...
–¿Todos estamos pensando lo mismo verdad? –Hardy hace la pregunta.
–¿De qué estaban huyendo? –Ambos enanos asienten preocupados.
–En realidad yo me preguntaba por qué no los dejaron salir. –Todos miran de nuevo a Malir y lo hacen otra vez a su alrededor; ahora más preocupados.
–¿Hay otra salida? No quiero tener que apartar todos los cuerpos... –A estas alturas Hardy no mira la pila de forma directa.
Se alejan de la puerta intentnado encontrar una salida sin tener que pasar por semejante experiencia. Malir tiene el mapa estirado sobre el suelo y busca algún otro camino por el que poder pasar a la ciudad, y los demás revisan la gran sala. Recorren esquinas en busca de una corriente de aire, palpan la piedra por si hay alguna palanca, o alguna ventana hasta la que poder trepar, lo que sea. Pero no hay salida alguna más que la infestada de cuerpos. Todos están ya junto a su líder decidiendo si hacer el trabajo sucio o dar la vuelta, solo falta Nere, la cual está pasando junto a la pila de cuerpos, de camino al resto...
Pero ve algo entre la pila de sacerdotes. Se detiene a observarlo mejor. Es un ligero brillo violeta, pero no logra ver de dónde procede. Hasta que a sus pies otro brillo igual comienza, baja la mirada y ve que es uno de los cuerpos, tiene una marca en la frente con la forma de dos círculos cruzados que brilla con ese ligero color violeta.
–¡Hey! Aquí pasa algo raro...
El resto del grupo la mira a tiempo para ver impresionados cómo el muerto la agarra por el tobillo. Nere baja la mirada y el esquelo la muerde en la pierna como si llevara años sin probar bocado. Esta lo mira sorprendida y tranquila, los dientes no pueden cruzar su armadura, aunque por la insistencia que muestra él no parece saberlo. Sus ojos se abren más al ver cómo en la pila empiezan a aparecer muchas más luces, docenas de ellas...
–¡Suelta, suelta! –grita mientras patea su cabeza y logra que deje morderla.
Se reúne con el resto del grupo y observan unos segundos el montón de cuerpos. Todos tienen la marca del doble círculo en sus frentes y en conjunto brillan casi tanto cómo la puerta que volaron. Es cuando empiezan a moverse que todos salen corriendo sin ponerlo a debate.
Huir por un templo repetitivo es difícil, uno gira a la derecha y se encuentra un pasillo igual al anterior, y cuando crees encontrar algo diferente, lo encuentras repetido tres veces más. Así que corren tan rápido cómo pueden mientras Malir grita direcciones. No es sencillo centrarse en un mapa con poca luz, corriendo y con una horda de esqueletos a tus espaldas, por lo que se equivocan en varios giros. Tras ellos se escucha el eco de un inmenso y descompasado traqueteo unido a docenas de gritos.
–¿Cómo diablos pueden gritar? ¡Si no son más que huesos! –Hardy corre el último del grupo con su barba volando hacia atrás.
–Tampoco deberían estar moviéndose y ahí los tienes, ¡calla y corre!- Gunt le responde desde un par de metros más adelante, en su caso es la larga melena lo que vuela hacia atrás.
–A la derecha.
Todos giran de forma brusca por lo justo de la orden y continúan corriendo. Hasta que empiezan a ver un montón de luces violetas acercarse desde el frente. Se detienen un momento, ¿se han perdido de alguna forma y ahora los tienen delante? No, a lo lejos escuchan el traqueteo y empiezan a ver algunas luces a sus espaldas. Se han dividido y están rodeándolos. Malir mira el mapa acelerada y ve que tienen un pasillo que gira a la izquierda, solo tienen que seguir cincuenta metros...
–¡Corred! –grita mientras hace lo propio.- Hay un pasillo a la izquierda, tenemos que llegar antes que ellos.
Corren tan rápido como sus piernas les permiten pero los muertos son rápidos, parece que el tiempo no pasó por ellos. Están a mitad de camino y ya pueden ver su forma, son al menos veinte y los más rápidos están llegando primeros al pasillo. Gunt saca su arco y comienza a disparar a los adelantados, es difícil disparar el arco en movimiento, pero es buen arquero y acierta gran parte de sus flechas. Los esqueletos no tienen carne que ser atravesada, pero las puntas de piedra rompen sus huesos. Al acercarse más, Hardy saca de la bolsa a su espalda una de sus lanzas extensibles, no son tan fuertes cómo las normales, pero te permite llevar muchas más encima y en un lanzamiento siguen siendo fuertes. Derriba a dos de ellos cuando ya están en el cruce y logran girar. Un momento después el grupo restante gira tras ellos.
–¿Cuánto falta? –Nere está cansada de correr por los pasillos y habla con la respiración entrecortada.
–No podemos...
–¿Qué?
–Rápido, entrad aquí.
Todos obedecen, giran y entran en una nueva sala. Luego Malir cierra la puerta y ilumina la habitación, es pequeña y está vacía de muertos. Los manda callar y apagar las luces. En la oscuridad del pequeño cuarto escuchan como un grupo de muertos corretean al otro lado de la puerta. Pasan de largo y al rato ya no escuchan más que gritos lejanos. Encienden de nuevo las luces, el cuarto está lleno de sábanas colgadas y en medio hay una amplia mesa de piedra. Su líder arranca una de las sábanas y la coloca bajo la puerta.
–Bien, nos hemos librado de ellos. Ahora salgamos rápido y...
–No. –Malir lo interrumpe.
–¿Cómo que no? ¿Pretendes que nos plantemos contra todos?
–Esa es la líder que me gusta. Muy bien, yo iré al frente y abriré paso, luego vosotros...
–Cálmate Nere, no vamos a ir contra ellos. Solo digo que debemos pensar un momento. –Todos le atienden–. Creo que los despertamos nosotros al destruir parte de la puerta, tienen el mismo brillo.
–Ya sabía yo que ese brillo no traería nada bueno... –Hardy habla mientras asiente.
–No sabemos si al marcharnos la maldición, hechizo, o lo que sea, se detiene o no. Así que podrían encontrar las escaleras y si de alguna manera cruzan la puerta... –Todos abren los ojos al darse cuenta de lo que plantea.
–Pero aunque llegaran arriba, no podrán derribarla, así que no podrán salir.
–¿Y si otro grupo como nosotros abre la puerta y los están esperando ahí mismo? Saldrían todos a la ciudad de Hamirsh.
–¿Entonces qué hacemos?
–Hacer que no puedan seguirnos. Volaremos una parte de las escaleras.
–Tienes que estar loca, ¿y el plan para robar la joya del trono? –dice Harry.
–Oh venga, no puedes estar en serio. No podemos seguir por aquí hasta llegar al castillo, ni tan siquiera llegamos a la mitad del camino –responde Gunt.
–Volaremos las escaleras. –Nere habla con tal seguridad que el resto se calla–. No llegaremos hasta el castillo por aquí abajo y es demasiado riesgo para la gente de la ciudad. Ellos no se lo buscaron, debemos hacer lo correcto.
Llegan a la puerta de las escaleras con mucha calma y esquivando a los grupos de muertos. Parece que en la entrada no hay ninguno a la vista, tampoco escuchan el traqueteo de los huesos. Cruzan con cautela el agujero de la puerta y ven que el pasillo está vacío. Avanzan tranquilos en dirección a las escaleras, por las que bajan dos esqueletos calmados y despacio. El grupo se frena tenso, los muertos no los han visto todavía y parece que sin una presa a la que seguir se calman. Gunt saca rápido su arco y dispara eliminando a uno de ellos,lo prepara rápido de nuevo y dispara al segundo, el cual solo tiene tiempo a emitir un breve grito antes de ser destruido como su compañero. Todos se quedan muy quietos afinando el oído.
Los gritos vuelven a sonar.
La melodía de miles de huesos también.
Se acercan.
Corren escaleras arriba tan rápido como pueden. Los muertos no tardarán en llegar, pero por unas escaleras así hay un ritmo máximo al que uno puede correr sin caerse al vacío, y no es recomendable caerse. Aún no llegan a la mitad del camino y las luces ya están subiendo las escaleras. Ningún enano se detiene, corren escaleras arriba y solo en las curvas logran ver lo que se acerca a ellos. Docenas de círculos cruzados suben como locos. Algunos los ven caer, otros los escuchan. Los persiguen con semejante necesidad que se derriban unos a otros. El grupo lleva tres cuartas partes del camino cuando se detienen. Gunt abre la mochila y comienza colocar a lo largo de la escalera la misma clase de masilla que antes. Los muertos siguen subiendo. Encaja en ella los frascos cuyo líquido verde burbujea, lo hace con cuidado e igualando la cantidad por diferentes zonas de la escalera. Ya pueden ver las siluetas de los muertos.
–¡Date prisa joder! –Harry ya tiene preparada dos de sus lanzas.
–Eso intento. Pero debo tener cuidado o nosotros volaremos por los aires, así que no me grites. –Sigue colocando los frascos mientras el sudor corre por su frente. Ya pueden verlos con la luz de sus faroles.
–Vamos, ganaremos tiempo. –Malir se aprieta el moño para ponerse un yelmo.
–Tú ve con calma Gunt. –Nere ya está lista y extrañamente sonriente.
Malir coloca su escudo de la legión unos metros más abajo y desenfunda su espada corta lista para la embestida. Antes de que los muertos la alcancen una lance sale disparada y destroza los huesos de tres de ellos dejándolos inmóviles. Esto los sorprende a todos, no son tan resistentes, su arma es el número. Una suerte que por la escalera no puedan subir todos juntos. La embestida alcanza a Malir, que la resiste y con un pequeño empujón abre espacio para asestar unos golpes con su espada y regresa a la posición. Nere la adelanta gritando y golpeando con su mandoble a todo lo que encuentra.
Muchos muertos se centran en la emocionada caballera pero no pueden hacer daño alguna a través de su armadura, del mismo modo que no pueden resistir el impacto de su mandoble. Los que no se frenan en ella continúan avanzando hacia Malir y su escudo, el cual en estos momentos parece un muro intransitable apoyado por algunas lanzas certeras.
Por fin Gunt termina de colocar los frascos y ya está enrollando la mecha.
–¡Retroceded! Esto ya está. –Hardy grita para que lo escuchen entre el ruido provocado por los gritos y huesos al romperse.
Nere intenta regresar escaleras arriba pero varios muertos la agarran de las piernas y casi la tiran al suelo. Esta asesta varios golpes pero son demasiados y no puede moverse bien, está a punto de caer al vacío junto a los esqueletos. Los demás se dan de cuenta.
–¡Prender la mecha y cubrirme!
Obedecen la orden de su líder y prenden la mecha. Acto seguido una oleada de flechas y lanzas la sobrevuelan y aterriza contra la horda de muertos. Crean un pequeño paso que Malir aprovecha para alcanzar a Nere, con un golpe de su escudo aparta a los muertos que la agarran y lo planta ante la siguiente oleada. Entre las dos aguantan la embestida, empujan y en esta ocasión salen corriendo. Sabiendo que sobre ellas las flechas y lanzas vuelan de nuevo. Corren escaleras arriba y enseguida recorren el tramo bajado alcanzando a sus compañeros. Los cuales se unen a su huida escaleras arriba.
Los muertos avanzan entre gritos. Hasta que la explosión los silencia y lanza a los enanos contra las escaleras haciendo que casi caigan al vacío. Todavía sin recuperar y con los oídos pitando se giran. Ven entre el humo docena de luces, algunas cayendo por la oscuridad, pero ninguna cerca de ellos. Observan un momento la imagen sabiendo que han perdido el tesoro pero que han hecho lo correcto.
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