Otra vuelta





Para Julio no es un robo cualquiera, ni tan siquiera es un robo, es un hurto compensatorio. Es bien sabido que Julio es un superviviente, como muchos en estos momentos, sobrevive aceptando toda clase de trabajos; y uno de los peores es ser mozo de descarga. Aún así lo acepta porque necesita el dinero y es un puesto que todos en el puerto respetan, ya que saben el esfuerzo que conlleva y siempre es bueno que te respeten en el puerto. Pero el salario no es muy elevado, así que a veces ejerce su derecho al hurto compensatorio; nunca suele llevarse algo demasiado grande, valioso, o con peso sentimental del verdadero dueño, solo algo para poder vender más tarde. Y en esta ocasión ni tan siquiera lo va a vender, se convertirá en el regalo ideal.

Mientras descargaba esta mañana un barco de extraño nombre asiático, una caja les cayó (a pesar que les advirtieron que esta mercancía era especial). Y Julio se ocupó de arreglar la caja sin que se notase mucho, mientras sus compañeros continuaban con el trabajo, pero no hizo exactamente lo que dijo hacer. Sí, arregló la caja de modo que ni se notaba el arreglo, pero también se llevó un pequeño recuerdo de ella escondido bajo la camisa. Y tras una dura jornada de trabajo está en casa con su obsequio extra. Es un pequeño espejo de mano, plateado y pulcro, con una inscripción en la parte trasera “ No todo tiene un final “. Se lo ha agenciado para regalárselo a una mujer, lleva conociéndola una larga temporada y quiere ir en serio,y que mejor que hacer un regalo robado para ello.

Se observa a si mismo en el espejo, por un momento le parece que refleja los colores incluso mejor que la realidad... Y el salto de una bestia hace que deje caer el espejo contra el suelo. Aunque la bestia no es más que Medallas, su gato (aunque entra y sale de casa cuando quiere). Pero que la bestia no fuera tal no evita que el daño del espejo sí lo sea. Julio lo mira entre maldiciones, el espejo está rayado y roto, si uno se fija mucho, casi parece que está roto en espiral, o mejor dicho; las grietas en el cristal forman un montón de círculos superpuestos que lo ocupan casi al completo.

Lo deja sobre la mesa y se marcha apesumbrado. La mañana ha sido intensa y está agotado, además tiene un mal humor considerable, teniendo en cuenta que luego verá a Lurdes (y sin el espejo como obsequio) es mejor que se calme. Así que termina por dormirse sobre el sofá. Es dolor lo despierta y no ante una imagen agradable. Continua en el sofá, lo cual no hace que esto sea mejor, ya que tanto él como el sofá están llenos de sangre. Se levanta del susto, pero cancela la operación por los tirantes dolores que surgen de su cuerpo, y termina por sentarse. Observa cuchillos de diferentes tamaños tirados por el suelo, todos manchados de sangre, y todos son suyos. ¿Yo me hice esto? Intenta encontrar sentido a la situación pero el miedo y la sorpresa no ayudan, pero sobre todo el olor metálico y podrido , es tan intenso que lo siente en los ojos y le pesa la cabeza. Decide salir de allí y ahora se levanta con más cuidado, se tambalea un par de veces y termina por apoyarse sobre la mesa para no caerse. Avanza lento pero, cada vez con un poco más de seguridad, la cual solo es palpable para el mismo.

Alcanza el baño.

Nunca fue el hombre más guapo de la ciudad, pero tampoco uno feo, tan solo alguien cuya belleza no destaca en exceso. Y se mantiene delgado a base de tener poco dinero y trabajar muchas horas; pero jamás se había visto en este estado. Tiene heridas por todo su cuerpo, ninguna parece letal, se basa en que ya debería estar muerto si así fuera. Pero lo peor es que no fueron casuales, no fue un ataque de una extraña rabia, fue una mutilación apropósito, porque todas las heridas tienen forma de círculo. Uno grande en la mitad izquierda de su pecho que parece profundo, otros tres pequeños en la mitad derecha del mismo, el círculo que empieza en el lateral de su abdomen es tan grande que continua bajo el pantalón, y hasta tiene uno en su mejilla izquierda, justo al límite del ojo. Sigue revisándose y no deja de encontrar nuevos y nuevos círculos, todos grabados a fuerza y sangre. ¿Pero cómo? Si alguien le hiciera eso lo habría notado. Siempre está la opción de que lo drogasen, pero no recuerda haber tomado nada desde que llegó a casa, ni un fugaz pinchazo o ataque, nada. Eso solo deja una opción; ha sido él mismo. No tiene ningún sentido que hiciera algo así, Julio no se autolesiona, nunca lo ha hecho, ¿tal vez sea sonámbulo? Le parece extraño también, no es un experto en la materia, pero que él recuerde nunca sufrió un episodio. Por otro lado, en un programa nocturno vio la historia de Tobi Wong y otros casos similares, si alguien es capaz de suicidarse estando sonámbulo, tal vez podría hacer eso... Aunque el dolor debería haberlo despertado en el proceso, ¿no?

No tiene idea alguna. Por ahora decide hacer lo más lógico para él, lavarse las heridas y no ir al hospital, si llega en ese estado querrán una explicación. Primero usa agua y jabón para quitarse la sangre pegada, luego busca una botella de alcohol y la vierte sobre las heridas sin mucho control, soltando alguna que otra blasfemia y gemidos por el dolor. Entonces, revisando que no le queda ninguna herida sin tratar (para Julio eso ya es tratar una herida), encuentra la marca en su espalda.

Un montón de círculos casi superpuestos, no necesita nada más para hilar y sale de ahí tan rápido como puede. Entra en el salón buscándolo y lo encuentra, pero no sobre la mesa del salón, si no al lado del sofá; el espejo roto. Lo coge con cuidado y ya no cabe duda, es la misma marca, la herida de su espalda imita a la del espejo. Ni tan siquiera puede imaginar cómo se hizo esas heridas el mismo en la espalda, tan ajustas a las cicatrices del espejo. No puede ser casualidad. Se deja caer sobre una silla y deja el espejo de nuevo sobre la respectiva mesa del salón. No recuerda mucho del barco, sólo que su nombre era asiático, no sabe ni el dueño ni que más cargaba. Solo el contenido de la caja donde robó el espejo, sí, tras esto es un robo y no un hurto de compensación ¿acaso esto compensa algo? Es habitual que no sepa mucha información de qué o para quién está descargando, es una manera de mantener y tener más trabajo en el puerto: evitar las preguntas. Cuando es necesario Donsión lo llama diciéndole que tiene algunas descargas, y si está interesado, pues lo hace y se lleva el dinero calentito en el bolsillo. Baja la mirada buscando el espejo y se sorprende haciendo ya el segundo círculo sobre la mesa; con las uñas. Se levanta alarmado y decidido: tiene que descubrir a quién pertenece el barco y para ello debe encontrar a Donsión, rápido.

Sale de casa con ropa limpia, una vaquero y una sencilla camiseta gris, cubierta por una chaqueta con cuello alto; tal vez no se noten mucho las heridas. Avanza rápido pero no tarda en reducir la velocidad, ya que el escozor y dolor le ponen unos límites difíciles de superar, así que se conforma con ir tan rápido como puede. Avanza por el camino por mera inercia, ha ido tantas veces al puerto que podría ir con los ojos vendados, lo cual sería mala idea porque no vería el coche que viene hacia él. Iba tan distraído pensando en qué está pasando que no se dio cuenta que cruzaba sin mirar y prácticamente tiene el coche encima. Tiene que lanzarse de un salto hacia delante para evitar el atropello, lo logra pero aterriza contra el suelo y el dolor lo hace retorcerse. Un par de viandantes lo ayudan a ponerse en pie y notan que está sangrando, las heridas de nuevo, se abrocha la chaqueta e insiste que no pasa nada hasta que logra que lo dejen en paz, aunque no del todo convencidos. No es hasta librarse de ellos que cae en el punto importante; está de nuevo ante su casa. De algún modo mientras iba hacia el puerto caminó en círculos y... Más círculos no. Más no. Sale pitando al puerto resistiendo el dolor y esperando no sangrar demasiado o terminarán por llevarlo a un hospital. Tal vez el punto de girar hasta estar de nuevo en su casa fue casualidad, pero fue suficiente para forzarlo a correr varias calles hasta el puerto.

Entra directo en la búsqueda de Donsión y sus respuestas. Pero ese no es su puerto, al menos no de la forma exacta a esta mañana, en realidad hay un cambio considerable. Las embarcaciones. Siguen ahí por supuesto, pero no están en la misma posición. También están en círculo, pero no de cualquier forma, no. Todos las embarcaciones están colocadas a la perfección, unidas por cabos y pasarelas, forman un enorme círculo flotante, que bien podría ser un segundo pueblo a diferentes niveles. El rostro de Julio se desencaja con semejante imagen, y ver a los trabajadores del puerto actuar como si no hubiera nada increíble ante ellos no ayuda, así que termina por sentarse.

Oye, ¿necesitas ayuda? –Levanta la cabeza y ve a Luís, un vendedor de pescado que conoce de hace tiempo.

No. No te preocupes.

¿Pero cómo no voy a preocuparme? Tienes una herida muy fea en la cara, y está sangrando... –Julio se lleva la manga al rostro y nota que esa herida también está sangrando un poco.

No te preocupes, fue un accidente de camino aquí, estoy bien. Pero si quieres ayudarme mejor dime, ¿sabes dónde está Donsión?

Sí, está en el “Boa Sorte”poro... –Señala al círculo de barcos.

Gracias. –Luís intenta insistir pero Julio lo detiene con la mano para indicarle de nuevo que está bien y por fin abandona.

La pasarela de entrada es impresionante, está formada por docenas de tablas de metal y madera atadas por fuertes cabos y sostenida sobre un montón de lanchas. Lo lógico sería pensar que no aparenta resistencia, pero es todo lo contrario, pare que por ahí podría cruzar una manada de ñues. Julio la atraviesa y entra en el caos. La mayoría de los trabajadores del puerto están ahí, ya ha reconocido varias caras, pero ni con esas se podría juntar tanta gente en el círculo flotante. Es como un gigantesco mercado sobre el agua. La gente cruza de un barco a otro entre pequeñas pasarelas, o saltado directamente, como si lo hicieran todos los días. En algunas barcos parecen ejercer su trabajo rutinario, en otro hay formados pequeños puestos de ventas, y sobre un barco ha visto hasta un motón de mesas con sus respectivos comensales. Esto es una maldita locura. Pregunta a varias personas por la localización del “Boa Sorte” en la rueda de embarcaciones y la consigue: en el lado norte, al menos hasta que llegue la hora de la rotación.

Con ese dato Julio apura la marcha y una media hora después alcanza su destino. Ha encontrado demasiadas cosas que prefiere no mencionar así que seguimos. El destino que busca se llama como dije anteriormente; “Boa Sorte”. Pertenece a un hombre de malos negocios y en él tiene su oficina Donsión. Es un hombre que pasó los cuarenta hace años, que hace su trabajo con una velocidad increíble, y en cuya espalda podría vivir una familia entera. Debería ser fácil de localizar y así fue, estaba en la cubierta hablando con una joven. Al ver que Julio se acerca a él sonríe y lo saluda. Le explica que tiene algo importante que comentarle y Donsión cuida bien de aquellos que él considera trabajadores, así que se despide de la joven y lo guía hasta su despacho en el interior del barco. Es un despacho de alto nivel, con un escritorio desmesurado, una silla de cuero violeta, y un motón de libros por las estanterías, jamás dirías que eso estaría en el barco.

Siéntate hombre. –Julio obedece algo nervioso–. Dime, ¿qué te trae por aquí? ¿Necesitas algo de dinero? Puedo dejarte algo.

¿Qué? No es nada de eso, señor –responde mientras niega con la cabeza.

Ah, lo pensé por... –Hace un gesto señalando la mejilla mutilada. Claro, pensó que era el aviso de un matón, es mejor a que sepa su propia teoría (de la que está más seguro a cada instante)–. ¿Entonces de qué se trata?

Hoy hice una descarga para usted, en un barco asiático. –Donsión asiente despacio esperando ver por donde va todo esto–. Pues me preguntaba si podría decirme a quién pertenece el barco.

¿Qué haces Julio? Sabes de sobra que esos datos no los rebelamos, si no sabéis nada, es seguro para todas las partes.

Sí, lo sé. Pero es por una buena razón, no puedo explicárselo, pero si pudiera decirme... –Se calla ante el rostro serio de Donsión. Cuando deja de sonreír impone.

Julio, Julio, Julio... Siempre has sido un buen trabajador. Eres rápido y no haces preguntas. –Se acerca apoyando los codos sobre la mesa–. No lo estropees.

Usted no lo entiende necesito saberlo. –Deja el espejo de mano roto sobre la mesa. Y antes de que Donsión diga algo un reflejo se cruza por la habitación. No un reflejo común, para nada, el mismo efecto que provoca un leve rayo de luz sobre la superficie de un espejo; pero sobre la propia la realidad.

Siéntate hombre. Dime, ¿qué te trae por aquí? ¿Necesitas algo de dinero? Puedo dejarte algo.

¿Perdón? Ya le dije que no necesito dinero... –Julio lo mira con la cabeza ligeramente torcida, no pude haber escuchado bien, seguro.

Ah, lo pensé por... –Hace de nuevo un gesto señalando la mejilla.

Entiendo que no quiera decirme el nombre, pero no hace falta que haga esto.

¿Nombre? No sé de que me hablas Julio, ¿estás bien? –No lo está. Su rostro pálido refleja el caos que lo está invadiendo ahora su mente. ¿Esto es un nuevo círculo? No puede ser, no, no puede serlo...

Sí señor, estoy bien. Me preguntaba si podría decirme de quién es el barco que descargué esta mañana. –Mientras Donsión abre la boca para darle una respuesta, negativa seguramente, un nuevo reflejo cruza la realidad.

Siéntate hombre. Dime, ¿qué te trae por aquí? ¿Necesitas algo de dinero? Puedo dejarte algo.

La mente de Julio no necesita nada más para entender que está acabado. Aunque su cuerpo no lo refleja como se podría esperar, no grita de ira y pánico, no se hunde en un enorme llanto. El único gesto visible está en su mirada, si te fijas, si ves de cerca, puedes ver como una persona se rompe. 



Diego Alonso R.

Comentarios