La nuca de Dios



Mi padre siempre hablaba mucho cuando bebía. Y no es que fuera propenso a hacerlo, pero siempre he pensado que mi verdadero padre era el borracho, porque solo así dejaba su piel de hombre amable en el perchero. Pero lo importante no son sus actos; sino sus palabras. Siempre repetía una frase que yo no terminaba de entender: “Si Dios existe nosotros vivimos en su nuca”.

Sé que ahora tú tampoco la entenderás, solo parecen las palabras de un borracho aficionado a crear cicatrices y violar a su esposa. Una mentira nacida de la embriaguez de poder de un sádico en su agujero. Pero si no fuera importante no te lo contaría, porque el monstruo que tuve por padre terminó por morirse a mis veinte años, y fue cuando las palabras comenzaron a cobrar sentido. Mientras el operario cerraba el nicho no dejaba de escuchar su voz en mi cabeza, repetía la frase con más verdad de la que dijo nunca, y al llegar la noche ya no era su voz la que escuchaba; sino la mía. Cada sílaba resonaba con semejante fuerza que la piel que siempre consideré propia terminó por resquebrajarse. Esa noche mi madre y yo descubrimos lo que soy. Desde entonces he ido aceptando la realidad sobre mi estirpe. Escúchame bien, no vale la pena negar lo que somos, porque vivimos con un potencial dentro que nos hace diferentes. Podemos crear cuantas cicatrices queramos y nadie las hace tan profundas como nosotros. Sentir el éxtasis de un cuerpo en su último aliento o retorcer una vida hasta que se ahogue en su propia suciedad.

Saldremos impunes y moriremos libres, porque no estamos bajo los ojos de Dios, porque somos los únicos que podríamos terminar con su existencia. Sé que no entiendes nada de lo que estoy diciendo, pero tú también acabarás por comprenderlo.

Porque ahora solo eres un bebé; pero sigues siendo mi hijo.




Diego Alonso R.


También en versión audio-relato en el podcast "Línea Difusa": La nuca de dios
La voz que da vida a la historia pertenece a David Bejerano (@BejaranoCurtido)

Comentarios

  1. Dicen que las manzanas no caen lejos del árbol, y tu relato parece confirmarlo. Él aprendió lo que vivió y ahora la historia se repite.
    Creas una angustia y sobrecogimiento no indiferente... felicitaciones.

    Un beso.

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    Respuestas
    1. ¡Muchas gracias Alma! Tal vez se descubra un poco más de su historia en el futuro.
      Un saludo.

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