El Primordial (II) - Proyecto Cubierta





VÍDEO 001

Una sonrisa amplia y con arrugas en las comisuras llena la imagen. Se aparta despacio cerciorándose que la pequeña cámara está grabando. Es un hombre; lleva el pelo corto y desarrapado, viste con vaqueros y camisa negra, la cual esconde una barriga en crecimiento, y no deja de sonreír emocionado. Se sienta en un pequeño taburete, tras él, una amplia mesa llena de documentos y dos mochilas rellenan esa zona de la tienda de campaña. Respira hinchando el pecho tanto como puede y exhala antes de hablar.

Me llamo Edgar Cortés y este es el primer vídeo sobre el el Proyecto Cubierta. Tras mi descubrimiento, al que ahora todo el mundo llama Gris, el gobierno ha decidido contar conmigo para esta misión. Formo parte del equipo que descenderá por primera vez al interior del Primordial, y tengo la suerte de poder grabarlo todo para un estudio posterior, aunque con algunas condiciones; como que el gobierno revisará y hará copias de todas las grabaciones, que tengo prohibido emitir dichas grabaciones al público sin su consentimiento previo, y demás cosas cosas por el estilo –mueve la mano de izquierda a derecha con suavidad–.

»El objetivo de la misión es recaudar información. Todo aquello que nos pueda ayudar a saber más sobre el origen del Primordial o del Rosado. Necesitamos aprender para poder hacer algo en consecuencia, y por primera vez tenemos herramientas para bajar con cierta seguridad, aunque eso no significa que no tengamos que correr algunos riesgos. En los últimos días nos han hecho pruebas físicas y psicológicas, nos dieron charlas, nos mostraron protocolos para diferentes emergencias... En resumen, intentan asegurarse de que no nos muramos allí abajo. Ya nos presentaron como equipo durante las pruebas de estos días, somos tres hombres y dos mujeres, y en general parece haber buen ambiente (veremos cuando bajemos). Sobre el plan no quiero extenderme en exceso, ya quedará patente en las grabaciones e informes previos y posteriores-se calla unos segundos, pensando en cómo resumir de manera sencilla el informe de setecientas páginas que les hicieron leer sobre el descenso-. En estos meses han estado vigilando al volcán, siempre con dificultades, la acumulación de Rosado es inmensa y eso lo complica todo. No pudieron acercarse a él y tanto los drones como los helicópteros podían pasar poco tiempo sobrevolándolo. En este lugar el humo acaba endureciendo hasta lo inerte, pero algunas cosas han podido aprender, y creen que podemos descender a su interior.

»Es cierto que todo es un poco inestable hasta que lo veamos con nuestros propios ojos, por eso están tan nerviosos, no quieren que la misión sea un desastre. Somos el primer país que envía un equipo de descenso, lo cual tiene sentido si tenemos en cuenta la proximidad al volcán, pero una cagada ahora sería un golpe muy duro para la imagen hacia el resto del mundo. Pero las complicaciones más importantes son tres. La primera: la temperatura y los gases. Acercarse a un volcán activo es una locura por estas dos razones, la calor que alcanza impide que te acerques sin un buen traje de protección (incluso con uno el riesgo es alto), además durante la erupción se liberan gases tan peligrosos o más que la propia calor, lo más seguro es que ellos fueran la causa de nuestra muerte. Pero parece que en el Primordial es diferente, la temperatura es más alta que en sus alrededores, pero no más que en muchos lugares del mundo en verano. Además, los gases que suelen liberarse no están. Es extraño, ¿verdad? Aunque tampoco debería sorprendernos que su erupción sea distinta, al fin y al cabo, no sabemos ni cómo es que existe.

»Esto nos lleva a la segunda complicación: el Rosado. Está claro cuales son los inconvenientes en este caso, nadie puede acercarse al Primordial sin que el Rosado le afecte. En cuanto lo inhalas ralentiza tus sentidos y termina por solodificarte desde dentro; es una muerte terrible. Pero aun evitando la inhalación el segundo efecto es inevitable. Y la cantidad de humo es tal que llega a endurecer hasta la destrucción lo inanimado, por suerte ahora tenemos el Gris. Y la tercera complicación: el interior del volcán. En teoría han hecho varias comprobaciones (con drones, sonar y demás sistemas) por las que saben que su interior está formando por un tremendo laberinto de túneles, pero si están infestados por el humo, ni todo el Gris del mundo podría salvarnos; esperemos que tengan razón y no todos los túneles lo estén.

Una voz joven y recta suena desde su izquierda y gira la cabeza para escucharlo lo que dice. No alcanza a quedar constancia clara de sus palabras, pero parece que lo llaman para alguna clase de reunión. Cortés asiente y se levanta, coge la cámara, y con una amplia sonrisa se despide hasta la próxima grabación.

VÍDEO 004

El mundo sube y baja al ritmo de un biólogo renacido. Una pequeña cámara similar a una GoPro va pegada a su pecho izquierdo, justo por encima del traje. Avanza con el grupo hasta el límite de la zona segura, donde los espera un amplio grupo de personas (militares y civiles) que también trabajan en el Proyecto Cubierta. Primero comprueban que los trajes están en buenas condiciones, de lo que se encarga una pareja joven, uno por uno revisan los trajes de todos en busca de aberturas; todo está bien. Tras ello, todos los integrantes del primer equipo se ponen el casco y hacen una comprobación de comunicaciones.

Hola, ¿me escucháis? –habla Alfonso H. H, psicólogo militar y líder del equipo.

Sí, esa voz siempre se escucha. –Sara Ence, bióloga y química.

Perfectamente, Al. –Javier Abad, espeleólogo y geólogo.

Se escucha bien. –Edgar Cortés, biólogo.

Sí. –Julia René, doctora militar.

Uno por uno pasan de nuevo por la cabina-del tamaño de una vieja cabina telefónica-, donde fueron rociados desde todos los ángulos con el Gris, ahora para repetir el proceso con los trajes puestos. Todos salen de ella con un acabado mate sobre su traje de protección. Suben a un pequeño vehículo y conducen hasta el segundo límite, a unos doscientos metros, entonces bajan y recogen el equipo de cada uno, separado en mochilas y maletas. Cortés se queda mirando el imponen Primordial y la cámara hace lo mismo, para nosotros son uno. Tiene una altitud de 6603 msnm, lo que lo convierte en el noveno volcán más alto del mundo, justo por encima de Tupungato y por debajo del Nevado Tres Cruces. Es una inmensa e impresionante masa de tierra, desde esa distancia uno no puede ver otra cosa que la ladera en pendiente y el humo rosa invadiendo el cielo. Una imagen digna de generar un escalofrío. Avanzan a buen paso, pero sin acelerar en exceso, llevan mucho peso y no vale la pena cansarse por ganar dos minutos.

No soporto este olor. –La voz que rompe su estoica subida desde el interior de sus cascos pertenece a Sara Ence.

¿Qué olor? –pregunta Javier extrañado.

Pues está claro, este maldito olor a chicle de fresa.

Sara, los trajes no tienen abertura alguna al exterior, hasta llevamos pequeñas bombonas a la espalda para poder respirar. No podemos oler nada.

Pero no dejo de verlo por todas partes y sé muy bien a qué huele. Odio este olor.

Sí, yo también diría que casi puedo olerlo. –Cortés logra intervenir tras una pequeña risa.

Gracias compañero. –Sara retrocede un par de pasos para quedarse a su lado y sale de la visión de la cámara–. Espero que tu famoso Gris sea suficiente, por esto de que no quiero morirme y esas cosas.

Si no confiara en el Gris no estaría aquí –responde Edgar intentando fingir confianza. En realidad sabe que su creación es resistente pero, ¿hasta qué punto? Prefiere no darle demasiadas vueltas.

Exacto. Ahora, ¿podrías dejar de generar tensión? Ya casi estamos –Javier habla de nuevo, aunque solo podamos ver su espalda desde este punto, su voz es reconocible.

Les recuerdo que esta conversación está siendo escuchada y grabada. Les recomiendo que hagan caso y se callen, ya falta poco.

Esta última intervención pertenece a Alfonso H. H. Es el psicólogo y líder del equipo a la vez. Un hombre que aparenta tener secretos y poder confiar en él al mismo tiempo. La primera imagen que ves es la de un hombre que ronda los cincuenta pero que apenas lo aparenta, recto, de pelo corto y de ojos marrones, con un físico de aquel que trabaja mucho para mantenerse en forma. Emana seguridad, pero no la clase de seguridad que te hace confiar en él, más bien la seguridad de un león en su territorio. Y que acorte sus apellidos con “H. H” no ayuda, ¿acaso intenta parecerse al misterioso líder de toda historia de ficción? Aunque también es cierto que, cuando están de descanso, parece que todo su ser se relaja hasta parecer el hermano mayor de todos.

Al fin llegan a la cúspide del volcán. Desde ella no se ve otra cosa que no sea el humo rosa, ni tan siquiera puede verse el otro lado del volcán. Es un lugar donde nadie querría estar. Sí, la imagen es bella y digna de llamarse arte, pero todo aquel que ha visto los efectos del extraño humo temblaría de solo pensarlo. Y es lo que están haciendo algunos de ellos, aunque intenten disimularlo ante sus compañeros, no pueden engañar a la mirada astuta de una cámara.

Vamos a descender. Tengan cuidado.

Comienza el descenso y lo hacen en fila de a uno, donde Cortés viaja el tercero, justo en el centro del grupo. La bajada al interior del volcán es más sencilla de lo que podría parecer, pero tampoco es un paseo por el campo. No deben enfrentarse a una pared en vertical, por la que descender entre el humo y la incertidumbre. El interior, al menos en la parte más limítrofe, está lleno de descensos y cuestas bastante cómodas por las que caminar, pero la cantidad de Rosado es tal, que Edgar apenas logra ver la imagen de Julia delante de él. Es por ello que todos van unidos por una cuerda guía. Caminan en silencio durante varios minutos, solo interrumpido por los avisos de pequeños peligros desde la cabeza, con la voz de Alfonso resonando en sus cascos. Casi cuarenta minutos después, llegan a la entrada seleccionada para la incursión. Está llena de humo, pero parece entrar desde la torre hacía ella, y no al revés. Entran rompiendo la fila de a uno y con las linternas en sus manos, no logran ver bien a causa del Rosado, es mucho más espeso de lo que parece en la distancia. La galería es cómoda como entrada, amplia en todos sus dimensiones. Avanzan por ella, en una inclinación que se percibe de forma muy sutil, durante unos pocos minutos más. Los suficientes para que la mayor parte del equipo muestre su nerviosismo, llevan mucho tiempo caminando por las entrañas de aquella muerte rosa. Hasta que al fin superan la barrera, ya no hay Rosado a su alrededor, solo una inmensa galería.

Han entrado con éxito.

VÍDEO 010

La caverna es inmensa y está abrigada por la oscuridad. El techo está formado por una imperfecta cúpula, las estalagmitas que nacen del suelo varían entre los centímetros y los dos metros, y del gran espacio nacen varias bifurcaciones y túneles en diferentes direcciones. En el centro acaba de formarse la primera base del Proyecto Cubierta. No consiste más que en varias tiendas de campaña a diferentes tamaños y capaces de cerrarse de forma hermética-para resguardarse en caso de una aparición repentina de Rosado-, varios equipos fijos de comunicación, alimento, baterías, oxígeno y demás características vitales para la misión. Un círculo de luces delimita los límites de la base, y a su alrededor la oscuridad se mantiene intacta e impenetrable. Y todo esta imagen es lo que entra por la pequeña lente de la cámara, donde Edgar graba otro vídeo para su posterior estudio.

No lleva puesto su traje, unicamente un vaquero y una camiseta blanca, donde se marcan círculos de sudor bajo sus axilas. Mantiene su sonrisa de emoción, aunque tiene otra de cansancio en segundo plano, pero muy latente.

Llevamos varias de descenso y acabamos de establecer la primera base en el Primordial. –Hace un gesto con uno de sus brazos mostrando lo que tiene a su espalda. Al fondo se puede verse la silueta de Sara, fuerte y definida, contando el oxígeno que les queda–. Estamos a 450 m de la superficie y esperamos que sea la primera de cuatro estaciones a diferentes profundidades. A partir de ahora deberíamos avanzar mucho más rápido, ya que la mayoría del material se quedará en esta base, solo llevaremos lo imprescindible para avanzar y para establecer una segunda base de seguridad. Aquí parece que todavía tenemos señal con el exterior, pero es muy leve y en cuanto avancemos desaparecerá, saber que estaremos solos aquí abajo me hace estar un poco nervioso.

»Ya dimos el aviso de que todo está listo aquí abajo, así que no deberían tardar mucho en enviar el segundo equipo; con más gente, material y provisiones. Nos costó un poco llegar hasta aquí, descender por estos túneles no es tan sencillo como podría parecer: muchos de ellos son parecidos hasta el ridículo, y ademas los desniveles y estrecheces están por todos lados, en dos ocasiones tuvimos que hacer descensos en vertical. Todo esto por no hablar del Rosado, con el que nos encontramos en algunas ocasiones, pero fuimos capaces de encontrar una ruta bastante libre de él, por suerte. Al menos tenemos el CDMA, un sistema de mapeado automático, percibe el movimiento y crea una ruta del camino que has seguido, si te pierdes solo tienes que activarlo a la inversa y volverás al camino correcto. No necesita de ninguna conexión con el exterior y eso nos hace sentir seguros a todos. Por ahora el equipo mantiene la moral alta, aunque llevamos muchas horas sin dormir y el cansancio puede hacer estragos, así que decidimos tomar un descanso de cinco horas antes de continuar el descenso.

Se acerca a la cámara y coloca su mano tras ella, agarrando el botón de apagado.

Mejor me voy también a dormir y continuaré informando en la próxima grabación.

VÍDEO 011

La visión está torcida y apuntando a un saco de dormir desecho. Se escuchan varios gritos y la cámara vuela en manos de Edgar Cortés. Cruza todo la base mientras nuestra perspectiva vota, hasta que finalmente llega a la carpa de alimentos. A unos metros de la entrada se encuentra Julia, está sentada en el suelo y con una herida en su pierna derecha, la sangre brota y se camufla entre la oscuridad y el negro de su piel. Intenta detener el sangrado con su propia camiseta, en cuanto llega deja la cámara en el suelo y se sitúa a su lado.

¿Qué te ha pasado? Ay joder, estás herida. ¿Qué hago? –Cortés está claramente nervioso, lo suyo no es mantener la calma ante los momentos de alta presión y sorpresa.

Mantén tú la presión sobre la herida. –Obedece y la doctora se tumba mientras intenta calmarse–. Hay algo en la carpa, me mordió.

Los ojos del biólogo se abren por la noticia, y antes de poder girar su rostro hacia ella escucha más gritos en el interior de la carpa, es ahí a donde se desvía su mirada.

Dentro están Sara y Javier, intenta atraparlo, creo.

Atraparlo... Espera, ¿pero qué clase de animal es?

¡Aquí estoy! –Al acaba de llegar con un amplio botiquín–. Buen trabajo Cortés, yo me ocupo.

Sí, claro.

Se aparta y queda unos segundos mirando la entrada mientras escucha el alboroto del interior, está claro que la criatura no se deja atrapar por las buenas. Entonces recoge la cámara y se dirige rápido al almacén de alimentos, pero justo cuando está abriendo la puerta la criatura se dirige hacia él, o más bien, hacia la salida tras él. Intenta retroceder sorprendido mientras la patas del ser corretean veloz en su dirección, solo logra tropezar y la cámara rueda a un par de metros, queda a merced de un animal acorralado que está apunto de saltar sobre él. Mientras coge impulso para saltar una barra de hierro se descarga contra la criatura frenándola, el proceso se repite una y otra vez mientras se escucha crujir y chillar al animal. El proceso dura poco menos de seis segundos. Tras esto Sara Ence respira sofocada, con la pata de una mesa desmontable en la mano, con la ropa sudada, y con salpicaduras de una viscosidad rosada desde su cabeza rapada hasta los pies descalzos.

Cortés suspira aliviado.

Gracias... –dice mientras se aparta un poco del cadáver y se pone en pie–. ¿Qué demonios es eso?

Ahora mismo un montón de cáscaras, ¿estás bien?

Sí, gracias. Llegaste justo a tiempo, esa cosa iba a morderme..., creo.

Estoy seguro de que lo haría. –Abad avanza hacia el resto del grupo con un brazo sosteniendo al otro, parece tener una herida similar a la de Julia.

¿Estamos todos bien? –Se giran siguiendo la voz de Alfonso y responden a su manera que sí.

Cortés se acerca a la cámara, y tras ver que está en buenas condiciones, continua grabando de forma más directa. Camina hacia el animal, mientras de fondo el resto del grupo intenta calmarse, a la vez que se curan las heridas y debaten sobre “qué es esa maldita cosa”. Acerca la lente hasta que enfoca bien a la criatura: parece alguna clase de artrópodo cercano al metro de largo, su cuerpo se divide en tres apéndices articulados, dotados de un par de patas cada uno, de su cabeza salen cuatro grandes pedipalpos terminados en gancho, mantiene una coloración grisácea más oscura en los bordes, y esta destrozado a causa de los golpes de Ence.

Durante unos segundos la imagen se mantiene fija sobre la criatura, mientras Cortés piensa en voz alta y su voz se mezcla con las del fondo. Hasta que finalmente se levanta y vuelve con sus compañeros; tienen un problema con el que no habían contado. 



Comentarios