Las
cosas cambian gracias a individuos concretos. Esto es así, nos guste
o no, la masa avanza por el movimiento de unos pocos. Sin Julio César
la historia de Europa sería otra, sin Alexander Fleming la medicina
no habría dado el gran salto, y sin Margaret Hamilton la humanidad
no habría cumplido el sueño de tocar la luna. Todo depende de
individuos concretos. Y en los años treinta del siglo veintiuno, fue
Edgar Cortés quien cambió las cosas.
Se
podría decir que lo hizo en tres etapas: la primera creando el Gris,
gracias al cual la humanidad ganó más tiempo de vida; la segunda,
con la publicación de los vídeos grabados en el descenso por el
volcán; y la tercera, cruzando al otro lado.
Cuando
los vídeos fueron publicados en “La ventana a nuestro mundo” el
Proyecto Cubierta ya llevaba un mes desde su inicio. El mundo entero
sabía que algo estaba pasando en el Primordial, los países estaban
nerviosos y movían militares como fichas de ajedrez, algo estaba
pasando. Pero nadie tenía la certeza del qué, hasta que salieron
los vídeos y la gente lo entendió: estaban jodidos. La primera
expedición al interior del volcán había sido una locura, y si el
gobierno no había dicho nada durante todo un mes, es por una buena
razón. Por supuesto que se borraron los vídeos y hasta bloquearon
la web de Cortés, pero Internet ya había obrado su magia, se
hicieron copias de cada vídeo y circulaban por todas partes.
Por
todas partes.
Se
convirtió en el mayor viral de la historia de Internet, y eso no son
palabras menores. Por supuesto la paranoia invadió a cada habitante
del planeta, con mayor o menor intensidad, y las preguntas no paraban
de circular. La principal giraba en torno a la vida que habían
encontrado; los caparazones. Millones de ojos buscando y comparando
las imágenes con todo ser conocido en el planeta. ¿Qué
encontraron? Que no había otro igual, alguna cosa se acercaba en
cierta medida, pero nada como esos seres. Y en cuanto se alcanzó
esta conclusión (que debo decir se hizo en tiempo récord) el pánico
fue en aumento, porque claro, en las profundidades de su pesadilla
rosada habitaban seres de otro mundo, que encima habían matado a
gente. ¿Y si salen? ¿Portan enfermedades desconocidas? ¿Qué otros
seres habitan ahí abajo?... Las preguntas no cesaban y ninguna rama
de ningún gobierno abría la boca. Pero entonces llegó otra
pregunta muy distinta, una que a mi parecer tardó demasiado en
aparecer, pero desde que lo hizo no dejó de ganar fuerza.
¿Quién
publicó los vídeos?
El
último vídeo termina en pleno enfrentamiento en el nido, cuando
Edgar Cortés cae al vacío. La primera suposición es que se murió,
pero si él estaba muerto, quién había subido los vídeos. Por
supuesto está la opción de sus compañeros, si es que habían
logrado salir vivos de allí, pero para subir el último vídeo
necesitaban la memoria de la cámara. Tal vez alguien del segundo, o
tal vez del tercer equipo en descender, encontró las grabaciones, y
las publicó. No, a nadie le tenía sentido esta opción. Quien fuera
que lo hizo público se jugó el puesto y la vida, hace falta una
razón muy fuerte para eso. Y la idea surgió sola: tenían que estar
vivos. De seguro que lo estaban y el gobierno los retenía para
acallar la verdad, los vídeos eran una muestra de revolución, era
una ventana a la verdad, un grito de auxilio. El primer equipo del
Proyecto Cubierta se habían convertido en héroes y no pensaban
dejarlos a su suerte.
Y
todo estalló.
El
pueblo se convirtió en masa y presionó la paciencia de sus líderes.
Miles de personas se congregaron alrededor del Primordial, zona que
estaba delimitada por varios ejércitos con distintos mandos, lo cual
no suele llevar a nada bueno. Las tensiones aumentaron y al final
pasó, se dice que fue por pura crueldad, pero en realidad fue a
causa de un malentendido. Un accidente generado por el miedo y los
nervios de ambos lados, pero sucedió, se abrió fuego. Las
consecuencias fueron desastrosas por cada rincón del planeta.
Revueltas y enfrentamientos se desarrollaron en los siguientes días,
el número de gente alrededor de los límites del Primordial llegó a
triplicarse (aunque esta vez nadie se atrevió a sobrepasar el
cordón), y la gente rechazaba las ayudas del gobierno ante los
desastres del Rosado. A este último no le importaban los choques
políticos o de clases. Cuando se cumplía el final de las dos
semanas más devastadoras en mucho tiempo, se emitió en directo la
respuesta.
Se
hizo en todo canal, público o privado, y en cada país la misma
emisión(con subtítulos o traducciones, dependiendo del país). Los
líderes se habían reunido, lo hacían mucho desde que el volcán
empezó a cambiar el mundo, y el inicio de una revolución a escala
mundial(mientras mantenían los problemas del Rosado) era una buena
razón para reunirse. Decidieron usar la verdad, porque sin duda es
una de las cosas más fuertes que tenían, que tiene cualquiera en
realidad. La verdad puede destruir o arreglarlo todo. Así que cuando
empezó el directo, y en toda televisión se veía a los héroes, el
mundo entero guardó silencio hasta su final. En la imagen se veía
desde la izquierda a Sara Ence, Julia René, y Edgar Cortés. Estaban
sentados sin mesa alguna ante ellos, y claramente en una zona
militar, dentro del cordón alrededor del volcán. No parecían haber
salido de una temporada de torturas y penurias, aunque esto es una
verdad a medias, porque la imagen que proyectaba cada uno de ellos
era conflictiva. Por un lado se los veía en buen estado físico y
bien alimentados, pero sus caras no decía lo mismo, parecían
agotados y con una mirada distinta al inicio del descenso.
Se
presentaron sin ser necesario y resumieron lo sucedido en los vídeos.
Nada de esto importaba a nadie, en ese punto todo el mundo se los
conocía de maravilla, pero parece que ayudó a destensar sus voces y
hombros. Pasaron de hablar por una lista de turnos marcados, a
hacerlo de forma natural y fluida. Y por fin llegaron a la batalla de
nido. Tras narrar la muerte de su compañero, Javier Abad, los tres
se muestran claramente afectados, y es Sara la que toma la palabra.
Cuenta con esfuerzo como vieron caer a Cortés y tras ello siguieron
luchando por sus vidas. Hasta que el líder del equipo decidió crear
una salida. Les indicó que se pusieran a cubierto tras un grupo de
bulbos de gran tamaño, ellas intentaron desobedecer, pero antes de
poder hacer nada Alfonso ya se había lanzado contra los caparazones.
Avanzó estoico, resistiendo los mordiscos y soltando golpes a su
frontal, hasta que llegó al punto que quería. Y abrió el camino
explotándose. No tuvieron otro remedio que cubrirse para no morir
ellas también, aún así tuvieron que correr y enfrentarse a más
caparazones por las galerías, hasta que lograron encontrar otro
camino que subía a la primera base. Al final Alfonso H. H. fue el
hermano mayor de todo el equipo.
Tardan
un rato en poder seguir hablando, pero todo el mundo lo entiende, se
sienten de la misma forma que ellas. En la base no tuvieron más
enfrentamientos que a la culpa, la rabia, y la pena. Desde que
informaron de lo sucedido no tardó en llegar el segundo equipo, con
el triple de integrantes, y tras este el tercero. Fueron puestos al
corriente de todo y a la hora de salir se negaron. No sabían si
Cortés estaba vivo. Esto llevó a problemas, una pelea y muchos
gritos, pero al final aceptaron. Con más miembros y herramientas
continuaron mapeando la zona y tomando muestras, hasta que tres días
después lo encontraron, apenas le quedaba un hilo de vida. En este
punto la voz de René tiembla un instante y se detiene. Está claro
que los tres han pasado por mucho, rememorar todo eso no es fácil
para nadie. Y sin medir palabra Cortés hace que todo el mundo se
rompa.
En
silencio y parsimonia se quita dos prótesis: una en su pierna
derecha, desde la ingle; y la otra en su brazo izquierdo, desde el
codo. Y así se apodera del turno. Narra como cayó en un gigantesco
montón de bulbos y que eso salvó su vida. Que sufrió daños y
corrió tan rápido como pudo para escapar de los caparazones que se
fijaron en él. Que su traje se había roto, y aunque aguantó, no
tuvo suficiente Gris para salvar todo su cuerpo. También que
encontró algunas zonas libres de Rosado incluso a esa profundidad, y
que entre la oscuridad pensó que iba a morir. Mientras intentaba
explicar cómo logró sobrevivir su máscara no pudo más y estalló
en un llanto silencioso. Sin dudarlo ambas compañeras lo apoyaron
hasta que fue capaz de continuar. Y a esa altura el mundo lloraba con
él, porque eran conscientes que sus héroes eran como ellos, simples
personas que intentaba seguir a cada segundo.
Lo
encontraron moribundo en un agujero en la oscuridad. Estaba
hambriento, débil y entre sus últimos suspiros. Pero estaba vivo y
había encontrado algo, una cosa que lo cambiaría todo: el origen.
Tras
ellos desciende una gran pantalla de un proyector y empieza otro
vídeo. Uno capaz de detener el torrente sanguíneo de todo humano en
el planeta. En él se puede ver a la perfección un mar de
caparazones. Son tantos que caminan unos sobre otros formando lo que
parecen olas, y sus chillidos son tan fuertes que duelen hasta los
dientes. Pero lo que más pavor provoca no son ellos, es otro ser, de
semejante aspecto y magnitud que uno aceptaría saltar al mar de
chillidos antes que acercarse a eso. Si formara parte de una historia
de terror, se describiría como un ser de proporciones épicas,
orondo y pasmoso, de cuyo interior brota la muerte rosada; si se
tratara de una más alegre, se diría de él que parecía una ciudad
viva, que su imagen era acolchada, y que sus ojos no existían. Pero
esto no es ninguna de esas historias. La realidad es que ambas tienen
parte de razón, si quitas los edulcorantes literarios no es otra
cosa que una mole que serviría de pequeña ciudad, un ser carente de
ojos que barre todo a su alrededor con unas gigantescas antenas-que
nacen en líneas por todo su cuerpo-, y que de enormes protuberancias
emana el ya famoso humo rosa.
Mientras
el mundo temblaba ante el origen del Rosado Cortés siguió
explicando que no estaban retenidos contra su voluntad, que se habían
quedado para estudiar y ayudar a detener a esas criaturas, pero que
sí había sido él quien difundió los vídeos. ¿El motivo? Que se
jugaban demasiado como para que el mundo no supiera la verdad, pero
que en ningún momento esperaba que las cosas se complicaran tanto.
Pidió perdón por el daño causado, del que no podía evitar
sentirse culpable, y que esperaba que el mundo entero ayudara, porque
estaban seguros. El ser de las profundidades, al que habían
bautizado como Pórtico, no solo era el causante del Rosado, bajo él
descansaba el portal entre los dos mundos. Para salvarlo todo la
humanidad debía unirse, había que prepararse para la primera guerra
entre mundos.
Guerra,
que con los años se conocería como nuestra primera victoria.
El
inicio de la era Sapiens.
Diego Alonso R.
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