Cuatro paredes


Es difícil mantenerse cuerda cuando no tienes nada. No sé si lo estoy, pero intento pensar que sí.


Mi día es sencillo, aunque no sé si es el día, mejor llamémosle etapa de luz. Pues dicha etapa es sencilla, la mayoría del tiempo ocupo mi mente con recuerdos y acertijos estúpidos. Cuando noto que estoy saturando mi mente hago ejercicio. Lo importante es estar ocupada, no pensar. Al gastar mi energía duermo. Tengo pesadillas y no es fácil descansar con tanta luz, pero es mejor que la otra opción. Parece que me he rendido, es cierto.

Cuando todo empezó era diferente. Al principio pensé que era un mal sueño o una broma pesada. Cuando entendí la realidad me desquicié. Pasé horas dando vueltas, parecía un animal enjaulado por primera vez. Buscando puertas y ventanas, cualquier lugar por donde salir, pero no encontré nada. Solo las lisas y malditas paredes. Nunca había visto algo así, parecía a ver sido construida a mi alrededor, pero eso no era posible. Me volqué en encontrar una grieta en las paredes, cualquier cosa que muestre que hay una salida. Tiempo perdido. Lo peor de todo era la luz. Blanca, fuerte y continua. Durante mucho tiempo intenté ver de donde procedía, no tiene procedencia. Se que parece una locura pero no lo es. La luz aparece y punto. Llegué a odiarla. Luego la eché de menos.

Se apagó. Sentí como todo se encogía en mí. No sabéis lo que asusta la oscuridad. Pensáis que sí, yo también lo pensaba, pero os equivocáis. La oscuridad absoluta. Si mi respiración terminara, también el silencio sería absoluto. Me arrastré hasta alcanzar una pared, apoyé mi espalda y me dejé caer. No podía estar de espadas a eso, a nada. Cuando pasas mucho tiempo así la mente es el mayor problema. Termina por jugártela.

Al regresas la luz, en el centro exacto de la habitación, había tres pequeños tubos grises. Entré en pánico. Había una salida y sobretodo, alguien estaba en esa oscuridad. Durante muchos ciclos traté de salir. Cuando había luz buscaba y dormía. En la oscuridad me mantenía alerta. También intenté pensar en culpables, os juro que no se me ocurrió nadie. Tenía que ser algún loco con mucho tiempo y dinero. Cuando estaba desesperada descubrí algo útil, los tubos son comida. Tal vez me drogue con ellos, pero es eso o morir. Ahora solo intento no enloquecer.

Vuelve a estar oscuro. He decidido cambiar el juego, estoy sentada en el centro de la sala. Tengo miedo y es una idea pésima, pero no sé que más hacer. Ni siquiera tengo un plan. Solo espero a que traigan la comida. Puede que al sentarme aquí la deje en otro sitio. Y si viene igual ¿Qué hago? le ataco, sí. Puede que no le haga nada. Tal vez esté armado y me mate. Pero algo tengo que hacer. Por ahora esperar.

¿Qué es eso? Nada. Seguro que es mi imaginación jugando conmigo. Me cuesta mantenerme consciente. Estoy empezando a arrepentirme de esto, mejor vuelvo a la pared.

- Hola.

¡Ahí está! Lo tengo detrás, tengo que girarme. No puedo, maldita sea muévete. Acaba de golpearme, no sentí el golpe pero sí el dolor. Estoy desmayándome. Me despierto gritando y golpeando el aire.

Espera...Vuelvo a estar en mi habitación ¿Qué está pasando?

Diego Alonso R.

Comentarios

  1. Me encanta el tratamiento que Diego le da a la alucinación. La trata con cierta amabilidad primero y luego llega la demencial aceptación que nos permite saber que estamos en problemas: ¿qué me está pasando?
    Muy buena prosa la de Alonso R.

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    1. Muchas gracias por tus palabras, uno siempre intenta mejorar. ¡Un saludo!

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  2. Madre ... Ahora me as dejado con la intriga jajaja Muy bueno :)

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